Una de las potencialidades turísticas de Puerto Maldonado es que los visitantes no tienen la necesidad de alejarse demasiado de la geografía urbana, para acercarse a emprendimientos que permiten conocer la flora y fauna amazónica. Esto es lo que ocurre en el Corredor Turístico Tambopata
Una iniciativa promovida por un grupo de familias locales que decidió hacer un uso sostenible de los recursos del bosque. En un primer momento, su visión estaba enfocada al desarrollo de la agroforestería y la producción ecológica de diversos productos agrícolas. Poco a poco esa perspectiva se iría ampliando a la actividad turística, aprovechando la belleza paisajística y la progresiva recuperación de la flora y fauna local (son las mismas especies que habitan en la Reserva Nacional Tambopata).
Otro factor que contribuyó a reforzar esta visión de desarrollo fue la apertura de la carretera Interoceánica, que permite el arribo diario de ómnibus procedentes de Cusco, Puno, Juliaca, Arequipa y del Brasil. La llegada de un mayor número de visitantes a través de esta vía -totalmente asfaltada y en muy buen estado- debería ser aprovechada por los emprendedores.
Desde esa perspectiva, la consolidación del Corredor Turístico Tambopata –propuesta que empezó a gestarse hace siete años con la organización de los propietarios interesados en desarrollar propuestas agroturísticas- se presenta como una alternativa viable, cercana y económica para conocer la selva sin alejarse demasiado del entramado urbano (cuatro kilómetros aproximadamente).
Por la variedad de sus emprendimientos –existen hospedajes, restaurantes, senderos de interpretación, chacras ecológicas, espacios para la reflexión, entre otras actividades–, el esfuerzo por recuperar espacios naturales que eran chacras y potreros, el compromiso por la conservación asumido por los propietarios de los negocios (varios de ellos integrados en la Asociación de Operadores Agroecoturísticos de Bajo Tambopata-AOTAM), son argumentos que consolidan la propuesta y que deben ser transmitidos a los pasajeros, para que valoren aún más la experiencia que vivirán.
Otra de las ventajas es la accesibilidad a la parte terrestre del corredor (este concepto se explicará con amplitud más adelante), a través de la carretera Bajo Tambopata. A pesar de no encontrarse en un buen estado, la via permite llegar con rapidez a los emprendimientos y facilita la organización de salidas de una o media jornada, ideales para los visitantes que han llegado a la ciudad por trabajo, negocios o estudios. La otra cara de la moneda son los emprendimientos a los que únicamente se llega por vía fluvial, teniendo como puntos de partida la comunidad de Infierno o los muelles citadinos de Tambopata y Candamo.
La filosofía y el concepto de estos negocios turísticos coinciden con los mencionados en párrafos anteriores, pero por su localización son propicios para albergar a los viajeros que buscan conocer aún más de cerca la flora y la fauna amazónica, permaneciendo una noche o más en el interior de la selva, específicamente en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional Tambopata.
Es decir, la propuesta es integral porque se ajusta a los requerimientos de los viajeros que no tienen demasiado tiempo y, también, ofrece opciones adecuadas e interesantes para los que quieren explorar el bosque de manera segura, económica y confiable, ampliando así su periodo de estancia en la región. Por esa y otras razones que serán expuestas a lo largo del presente informe, el corredor cuenta con las potencialidades para consolidarse e ir quebrando –poco a poco- las causas que hasta hoy determinan que Puerto Maldonado sea tan solo una ciudad de paso para los turistas.